Hoy quiero escribir siendo yo, no me quiero disfrazar de ningún alter ego, no quiero refugiarme en la cobardía de una historia, no quiero decir sin decirlo; quiero dejar traslucir mis adentros, mi fragilidad más vulnerable, quiero saltar al vacío y ser vapuleado por el ignoro y el desprecio, sentir en carne propia la no reciprocidad; quiero descubrir ese lado no tan melancólico del amor, de la ilusión, del sueño que he vivido y extrañamente sigo viviendo, estoy en un punto tan difuso de mi vida, que no logro distinguir lo real de lo irreal, estoy reencontrándome con mi pasado, tan antiguo que no le corresponde a esta vida, he retrocedido tanto en el tiempo que he visto el génesis de la existencia de mi alma, he sentido la chispa que da inicio a la vida, y la siento recorrer en cada parte de mi ya añejado y gordo cuerpo.

A lo largo de mi ya no tan corta vida, he vivido experiencias vastas de romances e infortunios relacionados al amor, y a pesar que la vida siempre ha buscado la forma de doblegarme ante el dolor insufrible del desafecto, del resquebrajo del abandono, siempre he sabido aguantar en pie ante la posibilidad de que en algún momento llegue esa persona que me dará esa paz que tanto anhelo, que inventará un nuevo concepto de “juntos”, que cuantificará el para siempre, y que eliminará del diccionario la palabra abandono.

Cómo olvidar aquella noche, y cómo no agradecerle a la vida haber coincidido, que tus aciertos con mis errores se unieran, formando esa amalgama tan rara, tan única; que tu alegría con mi tristeza se hicieran compañía, conviviendo en perfecta armonía; que tu belleza inalcanzable voltease a verme y con tu sonrisa indescifrable me invitaras a conquistarte; tus ojos me han visto el alma, y sin contarte nada lo has sabido todo, y sin enseñarte dónde me has mostrado el camino; como si me hubieras buscado toda una vida, como si me conocieras toda una vida.

Esa noche cuando te vi, quedé perplejo ante tu mirada, y es que coincidimos en un improbable tan remoto, que me quedé atónito al verte, ni una palabra se me vino a la mente, y es que no hay palabras para describir lo que sentí al abrir la puerta, y tú, en tu endiosada irreverencia, con un coqueto descaro me descartaste y apartaste del Olimpo al que perteneces, pero será que antes reinamos juntos este mundo, que tenía la certeza que en otra vida fuiste mía, y salí a recuperar ese paraíso al que pertenezco; encontrarte ha sido como haber regresado a casa.

Siempre he sido un alma libre, un curioso del amor, un preferido del olvido; he escrito de ti sin conocerte, he sabido de ti sin encontrarte, he soñado contigo sin recordarte, y cuando te tuve no supe retenerte, hoy extraño tu presencia, sueño con tu sonrisa y me consuelo con saber que existes; me alimento de la posibilidad de volver a verte y me embriago con el recuerdo de tus besos. Tengo tantas promesas conmigo para volver a estar contigo, que me agobia la idea de tropezar en el camino. Siempre he sido un arriesgado de la vida, pero desde que te conozco veo todo con mesura, y miro mi vida desde un todo, como una empresa en el que yo soy el gran gerente que mueve los hilos para llegar a esa meta que eres tú. 

El abandono prematuro en mi vida hizo que le tenga miedo a la distancia, pero desde que te conozco siento que lo más lejano me queda muy cerca, que fue suficiente estar separados por una o más vidas, que el hecho de existir en esta vida, me da la tranquilidad de saber que sólo tengo que ir al norte unos cuantos kilómetros para ser feliz. Mis sueños siempre fueron grandes, estuve tan orgulloso de mi ambición; pero desde que te conocí, vi mis metas tan minúsculas, que hoy quiero que sean más grandes, aún más grandes de lo que ya eran, y para ser precisos, quiero que sean exactamente 1018 kilómetros hacia ti, así de grandes quiero que sean. Quiero comerme el mundo entero, pero quiero comérmelo contigo. Quiero hacer el dinero necesario que me permita comprar todo el tiempo que esté disponible, y así poder disfrutar contigo de este mundo, que estoy seguro de que en otra vida fue nuestro. Fui tan Adán y tú Eva, que el exilio y la distancia fue la manzana que nos lanzó del paraíso; pero que nunca se te olvide que todo esto en algún momento fue nuestro; nombramos cada especie y definimos cada concepto. 

La seguridad siempre fue algo crucial en mi vida, y desde que apareciste, la incertidumbre se apoderó de mí; no sé si estarás siempre, o si tendré que volver a conocer el olvido, pero si la vida no me permite demostrártelo, quiero que sepas que esta y mil vidas te estuve esperando, que quiero que seas feliz, en esta y mil vidas más, que si no es conmigo sea con alguien; pero que no te queden dudas que no existirá hombre que te haya querido más que yo, porque Dios nos hizo hombre y mujer, y la vida nos hizo el uno para el otro, y que en nuestro origen tú me elegiste a mí como yo a ti, y eso no va a cambiar ni en esta ni en mil vidas más.

Escribo para que no me olviden, pero prefiero ser desterrado de todo recuerdo, antes que tú logres ignorar totalmente mi existencia; aunque sea un vestigio de lo que vivimos quiero que quede en tu corazón, no sé cuánto dure, no sé qué tan lejos lleguemos, pero quiero que cada minuto contigo sea intenso, así como nos gusta, quiero estar presente en cada recuerdo feliz tuyo, y perdón por ser tan egoísta; pero quiero que la definición de felicidad tuya sea yo, quiero que cuando pienses en amor sea en mí, y no soy egoísta, porque cada día estoy más convencido que no será conmigo con quien acabes tus días; pero estoy tan seguro de que fui yo quien más te amó, que me iré tranquilo de este mundo, sabiendo que di todo lo que estaba en mis manos porque te quedes conmigo.

He creído amar tantas veces, pero siempre desde la duda de si será esa persona la mujer que Dios me reservó, y a pesar de los años, nunca tuve la seguridad de que sean ellas las personas que tanto buscaba. A ti te conozco tan poco, pero siento que te amé toda una vida, y no sé si es suerte o infortunio haberte encontrado, porque sé que después de ti sólo hay dolor, pero aun sabiendo todo esto, te elegiría esta y mil vidas más.

Hoy mi vida se resume en un ojalá; ojalá seas tú con la que acabe mis días, ojalá seas tú la que me dé esa hija que tanto anhelo, ojalá seas tú la persona con la que pueda compartir todo esto por lo que trabajo, ojalá seas tú mi sueño de familia, ojalá seas tú, aunque suene ridículo, el amor de mi vida. Yo no sé qué pase más adelante, pero sí te puedo prometer que serás una de las mujeres que más amé en la vida, porque, aunque es prematuro, yo tengo un sentido de pertenencia contigo desde el día que te vi; y sé que soy de ti, aunque tú seas esa persona tan libre de la que me enamoré.

Te he buscado tanto, desde niño, que siempre proyecté mi vida veinticinco años después, y hoy, que ya se cumple el plazo, me traes recuerdos de aquellos años, donde, si la vida me permite, te recordé tal cual como eres ahora. 

Yo no sé si leas esto, pero lo más probable es que sí, y quiero que sepas que siempre tendrás a un hombre que está dispuesto a enamorarte todos los días, un hombre que está dispuesto a abrirte las puertas el resto de su vida, a sobre pensar las cosas con tal que cada momento de tu vida sea épico, a ser tu refugio en tiempos de tristeza y tu lugar de descanso cuando te sientas agotada. No pienso ser ni el uno porciento de lo que fue esa persona que ahora te falta, pero sí me gustaría pensar que desde allá arriba nos está dando su consentimiento. No diré tu nombre porque no sé si esto sea un para siempre, pero sé que no lo borraré nunca, y que cada que regreses aquí, veas que un hombre te amó con locura. 

Por mil vidas más, mi reina.

Atentamente, 

                                El hombre que tanto te esperó. 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *